jueves, 2 de julio de 2015

LA IGLESIA RENOVADA DEL SIGLO DE ORO ESPAÑOL

LA IGLESIA RENOVADA DEL SIGLO DE ORO ESPAÑOL

                                                                        Pool Alexander Castillo Valiente



Antes  de introducirnos de lleno en el tema que vamos a exponer hemos considerado  conveniente explicitar lo que significa “Siglo de Oro Español”; pues bien, este término  fue acuñado en el siglo XVIII, para ser precisos en 1754, por el erudito y anticuario  José Luis Velázquez en su obra orígenes de la poesía Castellana para referirse exclusivamente al siglo XVI. Posteriormente  el término se amplió a toda la época de apogeo cultural y religioso de España, en especial el Renacimiento del S XVI y el Barroco del S XVII. Hoy, para la historiografía, hay dos fechas concretas que marcan el inicio y el fin de esta época: la publicación de la gramática castellana de Nebrija en 1492 y la muerte de Calderón de la Barca en 1681.
Este periodo fue fundamental en la Historia de la Iglesia por lo que veremos a continuación.

1.- Culminación de la Reconquista. Unidad y expansión.

Por Reconquista hay que entender la “lucha nacional y religiosa”, de casi ocho siglos, por , precisamente, reconquistar la península Ibérica de manos de los moros, esta lucha comenzó en Asturias y Covadonga  en el siglo VIII y terminó con la toma de Granada por los Reyes Católicos en enero de 1492.
Pero expulsar a los moros no fue la primera tarea de debieron afrontar don Fernando y doña Isabel, sino “reconstruir” a la insipiente España –que como tal no existía, sino que era la suma, por decirlo así, de reinos independientes- donde reinaba el desorden y la anarquía. Por ello proceden primero a la pacificación de  los reinos y lo hacen de manera rigurosa: persiguiendo y ajusticiando a los malhechores e imponiendo por todas partes la justicia real.
No obstante, lo prioritario era llevar a feliz término la Reconquista que, tras la conquista de Mallorca  en 1229 y Valencia en 1238  Por Jaime I de Aragón, de Córdoba en 1236 y Sevilla en 1248 por Fernando III de Castilla y León, y de Cádiz y del reino de Murcia por Alfonso X, estaba casi paralizada aunque sólo quedara en manos de los musulmanes el reino de Granada, que subsistió dos como vasallo y tributario de la corona de Castilla. La ansiada Reconquista llegaría  el 28 de noviembre de 1491 cuando, tras una ciudad totalmente sitiada, luchas internas por el poder entre los musulmanes granadinos, y largas negociaciones entre Gonzalo Fernández de Córdoba y los granadinos, se llegó a la rendición de la ciudad. Finalmente el 2 de enero de 1492 Isabel y Fernando entraban triunfalmente a Granada.
Igualmente, los reyes don Fernando y doña Isabel vieron la urgente necesidad de reformar y vigorizar a la Iglesia y así lo hicieron. Ellos mismos proclamaban que el principal intento de su gobierno era establecer la unidad de la fe  y favorecer la religión; a ellos se debe, en gran parte, la renovación eclesial que se va a sentir en España a lo largo del S. XVI  y el que los eclesiásticos españoles ocupen un lugar preferente en el desplegué por Europa de la Reforma Católica. Por todos sus esfuerzos por lograr la pacificación y la unidad de la fe en España, el papa, español, Alejandro VI les concedió el título de católicos.
1492 fue un año memorable para los españoles, pues con la toma de Granada había llegado el momento en el que después de setecientos ochenta años de dominio musulmán, la unión entre reinos interiores era una realidad indiscutible, se lograron así los dos grandes ideales de unidad: nacional y religiosa, pero además, en octubre de ese mismo año, el navegante genovés Cristóbal Colón descubre para España un nuevo  mundo al que los mejores hijos de la península irán ganando para la fe cristiana y la cultura occidental.
Pero aquí comienza una nueva lucha. Portugal, a causa del tratado de Alcacovas de 1479 con España,  en el cual se cede a Portugal todas las islas que se hallaren al sur de las Canarias, yendo hacia Guinea, reclamaban las tierras descubiertas por Colón, por esto los Reyes Católicos acudieron a la medición del papa, no como árbitro sino como vicario de Cristo y jefe de la cristiandad  pidiéndole les concediera la exploración y adquisición de las tierras en cuestión con el fin de la evangelización y cristianización, a lo cual el pontífice respondió favorablemente mediante las tres bulas conocidas como “Alejandrinas”. Los reyes, de acuerdo a las bulas, corrieron con los gastos que supuso el envío de misioneros, erección de diócesis, dotación de cabildos, construcción de iglesias y catedrales, mantenimiento de parroquias, seminarios, escuelas y conventos, y todo el complejo de la obra misional.

2.-  Tiempo de Reforma. La Inquisición

La reforma planteada por los Reyes Católicos pretendía poner remedio a los grandes problemas de la época: el peligro morisco y judaizante, ante el cual establecieron la Inquisición española, de la que hablaremos luego, y la relajación del clero, ante la que tomaron una serie de medidas como que las sedes episcopales y altos cargos eclesiásticos sean ocupados por españoles de recta doctrina y probada virtud, de plena confianza suya, y no necesariamente de la nobleza, estos hombres serían los que, a su vez, llevarían la reforma al pueblo. Por ello se reservaban el nombramiento de obispos. También inician la reforma de los religiosos. Para esta reforma cuentan con la ayuda del cardenal Cisneros, a quien le interesa, sobre todo, la formación intelectual y elevación espiritual de clérigos y seglares. Entre los grandes aportes del cardenal Cisneros  destaca la Biblia políglota, nacida de la Universidad de Alcalá, en ella trabajaron hombres de la talla de  Nebrija, Hernán Núñez, López de Zúñiga, entre otros. La universidad de Salamanca es también fundamental en la reforma, pues aporta la tradición y la madurez de la nueva escolástica. Se trata no sólo de reformar a las personas, sino también a las instituciones.
Para afrontar el problema de los moriscos y judaizantes, con el consentimiento del papa Sixto IV, los Reyes católicos establecen la Inquisición Española en 1478, de esta manera dicha institución entra en el esquema de unificación nacional, política y religiosa que se proponían llevar a cabo. La inquisición tiene en España un poco de medida religiosa como de instrumento político, porque a la vez es  autoridad de la iglesia y policía del Estado. La inquisición española depende de los monarcas españoles y a ellos y a sus ministros correspondía su organización. Mucho se ha habado de los métodos de la inquisición española, que sin duda son de todo punto reprobables, pero la inquisición es un hecho que hay que aceptarlo. Bien apunta el Periodista Víttorio Messori que muchos de los ataques contra la Inquisición fueron alentados por “la propaganda protestante en el marco de la lucha contra España por la hegemonía en el Atlántico”. Es decir, lo que se esconde en esos ataques es una motivación geopolítica de una época. Y esos ataques y exageraciones repetidos a lo largo de los siglos han creado una especie de leyenda negra sobre la Inquisición. Así que, lo que hemos oído y visto en libros (ahora magnificado en los medios de comunicación social) “fueron realmente la excepción”. Y, aunque no se pretenda defender los abusos que pudo haber habido, “el pasado hay que valorarlo según sus categorías, no según las nuestras”. Además la actividad de aquellos tribunales se inspiraba en la necesidad de proteger la vida social, cuya tranquilidad se basaba en una fe común; y estaba movida por el ansia sincera de practicar la más alta de las caridades: la espiritual. La inquisición española sólo se entiende correctamente si se la enmarca en el clima de fe ardiente y de fuerte nacionalismo que entonces invadía a los españoles quienes consideraban la herejía como un crimen de Estado. Sin embargo hay que acotar que los tipos y los grados de los castigos infligidos por la Inquisición Española, la mayoría de las veces eran más suaves que los utilizados por las cortes civiles. De hecho, a pesar de que hoy en día los métodos puedan ser considerados como procedimientos lamentables, muchos investigados preferían ir a los tribunales de la Iglesia que a los civiles. Y se conocen casos de personas que blasfemaban para ser llevados por ese motivo a la Inquisición, donde serían tratados con más ecuanimidad y justicia.

3.- En defensa de la Fe Católica. Protagonismo en Trento.

Carlos I y Felipe II, sucesores de los Reyes Católicos, identificaron siempre catolicismo con sentimiento nacional, por lo que  defender a la Iglesia era también defender la unidad de España. De esta manera se explica la postura de España frente al naciente protestantismo. Carlos I intenta  mediante el diálogo poner fin a las discrepancias entre católicos y luteranos en la dieta de Worms, no obstante no logra su cometido, pues ya no sólo era un tema religioso sino político. Lucha contra la herejía luterana publicando el edicto de Worms donde condena a Lutero y  ordena que sean quemados sus escritos. Pero a pesar de sus esfuerzos las circunstancias no le ayudaron pues Francia, Venecia y el mismo Clemente VII le declararon la guerra, acentuando esto a los protestantes. Carlos sigue con sus luchas contra los protestantes y logra una gran victoria en  Mühlberg en 1547, pero finalmente la paz de Augsburgo de 1555 reconocían en el Imperio las dos confesiones: la católica y la protestante. Carlos I consiguió, sin embargo, mantener  bastantes territorios del imperio, incluyendo España, fuera de la órbita protestante. Le sucedió su hijo Felipe II, quien también empuñó las armas para defender la fe católica: vence en las Alpujarras y en Lepanto contra los musulmanes, apoya en  Francia a la liga católica contra los hugonotes y calvinistas, prepara la Armada invencible  para atacar Inglaterra y liberarla de  la herejía, y mantuvo  una gran campaña contra los protestantes de los Países Bajos. Pero lo que no pudieron hacer fuera de España lo consiguieron dentro, pues gracias a sus esfuerzos y al tribunal de la inquisición  el protestantismo, aunque estuvo a punto, no logró echar raíces. Sin embargo, estos reyes cayeron en un acentuado regalismo al empeñarse en defender derechos más o menos abusivos de la Corona.
El Concilio de Trento fue fundamental para la Iglesia, y los españoles fueron, a su vez, fundamentales en el Concilio. Así pues Carlos V trabajó denodadamente para que se iniciaran las primeras sesiones, además de los 200 Padres conciliares 66 eran españoles y de los 310 teólogos 200 eran españoles. Ninguno confundió el verdadero espíritu de reforma con tendencias cismáticas, sin que por esto dejaran de mostrarse inflexibles ante la relajación de la curia Romana. Destacan nombres como el de los dominicos Domingo y Pedro de Soto; el Arzobispo de Granada, Pedro Guerrero, el Cardenal de Jaén, Pedro Pacheco, el Arzobispo de Valencia y teólogo, Martín de Ayala, quien intervino magistralmente en el tema de la justificación; Melchor Cano y Bartolomé de Carranza, que asistieron como enviados del emperador; los Jesuitas Salmerón y Lainez; entre otros de gran envergadura.

4.- La dinastía de los Austrias.

Ese es el nombre que recibe en España la familia germánica de los Habsburgo, titular del imperio desde 1440 hasta 1806 y de los tronos austriaco desde 1279 a 1918 y español desde 1516 a 1700. Los representantes de la rama principal de la dinastía fueron Carlos I (1500-1558), Felipe II (1527-1598), Felipe III (1578-1621),Felipe IV (1605-1665) y Carlos II (1661-1700), quien al morir sin descendencia dio paso al reinado de la casa Borbón en España.
Hemos hablado ya de Carlos I y Felipe II, veamos ahora a los tres restantes. Felipe III trató de proseguir con la política activa de su padre, pero se encontró sin recursos  y por ello implantó una política de pactos y firmó la paz con Inglaterra y Francia y  una tregua con Holanda, aprovechando este momento para desterrar a los moriscos, hecho que no previno las consecuencias en el plano económico, pero que se hizo por razones de índole política y religiosa. De 300 000 moriscos fueron expulsados 272.140.  Felipe IV implantó una política de reformas político – administrativas para poner fin a la crisis, pero fue en su mandato en el que se dio inicio al derrumbamiento de la estructura levantada por los Austrias El nuevo monarca debió hacer frente el mismo año de su coronación a la expiración de la tregua con los holandeses y al comienzo de las hostilidades, que enlazaban con las iniciadas tres años antes a causa de la insurrección de Bohemia y que dieron paso a la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), que culminaría con la Paz de Westfalia(1648), por la que se restringió la soberanía del emperador y Alsacia pasó a Francia, si bien reconoció el edicto de 1627 para la conversión de Bohemia en un reino hereditario de Austria. Esto significó el mayor triunfo armado del protestantismo. En este tiempo también España tuvo problemas con la Santa Sede, pero esto no impidió que la corte se interesara ante el pontífice por la declaración del dogma de la Inmaculada Concepción. Finalmente algunos incidentes se produjeron en el reinado de Carlos II como la intervención de la nunciatura en la revuelta de D. Juan de Austria y en capítulo de los Frailes menores y el arbitraje de  Inocencio XII en la adjudicación de la corona de España a la casa de Borbón. Temeroso de que las grandes potencias pactasen el reparto de las posesiones españolas, Carlos II designó como único heredero a Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV, decisión que al no ser aceptada por los Habsburgo, Las Provincias Unidas e Inglaterra, dio comienzo la Guerra de Sucesión (1701-1714). Los tratados de Utrecht (1713-1715) sancionaron el surgimiento de un nuevo reparto del poder internacional; España cedió Menorca, Gibraltar y amplios derechos comerciales en la Indias al reino Unido; Flandes, parte del Milanesado, Nápoles, Toscana y Cerdeña a Carlos VI, representante de los Austrias de Viena, y la otra parte del Milanesado y Sicilia al duque Amadeo II de Saboya. a cambio de todo ello se reconoció como rey de España y las Indias a Felipe V, de la francesa Casa Real de Borbón ".

5.- Ciencia, Santidad, Arte.


Hay que decir que la ciencia que se cultivó en España en el siglo de Oro, y con mucha profundidad fue la teología, donde resaltan los ya mencionados con ocasión del repaso del Concilio de Trento, a ellos se pueden sumar  Francisco Suárez, Domingo Bañez y su gran adversario Luis de Molina. Crecieron también los estudios de Historia, en esto destaca la Historia general de España del P. Juan de Mariana, jesuita. Esta es una época cargada de  grandes santos, desde eminentes prelados como santo Tomás de  Villanueva y San Juan de Ribera, heroicos fundadores como San Ignacio de Loyola y Santa Teresa de Jesús, intrépidos misioneros como San Francisco Javier y San Francisco Solano, o quizá aquellos modelos de vida sencilla y retirada como San Pascual Bailón y San Alonso Rodríguez; entre otros muchísimos. Tal floración de vida cristiana invade todos los estratos de la vida española, muchos de estos santos nos han dejado escritos llenos vida espiritual, por ejemplo “Los Ejercicios” de San Ignacio, “Las Moradas” de santa Teresa,   “Audi Filia” de san Juan de Ávila o los escritos de fray Luis de León. Pero también  la literatura profana, por llamarla de alguna manera, rebosaba de ese espíritu religioso, véase las obras de Calderón de la Barca, Lope de Vega, Tirso de Molina, Francisco de Quevedo, incluso el mismo “Quijote” de Cervantes. Este espíritu brilló también en  el arte, donde a mediados del siglo XV apareció el llamado estilo “de los Reyes católicos” que combina el gótico con el mudéjar y algunas tendencias flamencas: la catedral de Burgos es un perfecto ejemplo de este estilo. Otro periodo importante en el siglo de Oro fue el llamado Plateresco el cual se muestra con todo su esplendor en Salamanca. También destacó el estilo grecorromano en forma de manierismo que luce en todo su esplendor en el monasterio del Escorial. Luego del concilio de Trento se extiende el arte Barroco que es como una explosión de alegría y del triunfo de la fe. Este arte reflejaba la alegría de la vida terrena pero también  recoge la tendencia hacia lo transcendente. Esta trascendencia también se verá en el campo de la pintura, en los cuados de El Greco, Ribera y Zurbarán, Murillo, Velázquez, entre otros. Además de los grupos escultóricos de Alonso de Berruguete, Pedro Roldán, etc.
De este tiempo todo ha quedado impregnado de una profunda religiosidad.

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