jueves, 2 de julio de 2015

BIOGRAFÍAS EJEMPLARES: FRAY PEDRO DE CÓRDOBA

fray pedro de córdoba
                                                                                             
                                                                     Carlos Ezequiel Rosillo Julca

En una redacción anterior presenté una reseña de la “Doctrina Cristina para la instrucción de los indios”, cuyo autor fue el religioso dominico Pedro de Córdoba, misionero en  la isla La Española, fundador de la  Provincia de la Santa Cruz en aquella isla. Pero, ¿quién fue este misionero de la primera hora?, ¿qué hizo de importante?, ¿cuál fue su obra? A todas estas preguntas las responderé  en los párrafos que siguen.
Situar la fecha de nacimiento de fray Pedro de Córdoba con exactitud, resulta hoy muy complicado, pues los datos que poseemos para datarla son muy escasos. La mayoría de los historiadores han aceptado como válidos los datos  que Fray Bartolomé de las Casas consigna en su Historia de las indias. Primero, que  fray Pedro y sus compañeros llegaron a América en setiembre de 1510, cuando el autor principal de la  Doctrina Cristiana tenía veintiocho años de edad; este dato nos lleva al año 1428 como la probable fecha de  su nacimiento. Otro dato importantísimo tiene que ver con la fecha de su muerte, pues, según nos refiere Las Casas, fray Pedro en mayo de 1521 cuando tenía treinta y ocho años de edad. Así, si en setiembre de 1510 tenía veintiocho años y en mayo de 1521 sólo treinta y ocho, basta una simple deducción matemática para situar el nacimiento de Fray Pedro de Córdoba entre mayo y setiembre de 1521.[1]
No obstante hay otros autores que  siguiendo a los historiadores Quetif  y Echard afirman que el año de nacimiento de Córdoba fue 1560.[2]
Pero dejando de lado las discusiones sobre la fecha de su nacimiento centrémonos ahora en su lugar de origen; nació en Córdoba, España, en el seno de la noble familia de los Córdobas, de donde salieron varios religiosos dominicos, incluso un hermano suyo, además, según lo expresa en una carta, tenía una hermana monja, dominica, también.[3]
Fue de un natural apacible e inclinado al estudio, por esta última característica sus padres lo enviaron a la universidad de Salamanca a estudiar leyes. Sin embargo de su época de estudiante se sabe muy poco, tampoco se sabe a ciencia cierta cuanto tiempo estuvo en Salamanca estudiando leyes; lo que sí se puede conjeturar es que fue aquí donde tuvo sus primeros contactos con  los religiosos dominicos del convento de San Esteban.
La fecha en la que entró a formar parte de la orden de los predicadores también nos es oscura. El historiador R. Boria consigna que el ingreso de Pedro de Córdoba en los dominicos debe situarse entre los años 1497  y 1502, siendo estos los datos más seguros.
Hechas las diligencias normales dentro de la orden, con el fin de constatar las inclinaciones, costumbres, y suficiencia intelectual del solicitante, se concedió a Fr. Pedro de Córdoba el hábito de los dominicos y su ingreso al noviciado, según el rigor y observancia de la  nueva “reforma”[4], esto último se explica porque en los años precedentes la Orden de los Predicadores había vivido una profunda crisis interna que había llevado algunos religiosos a intentar y conseguir progresivamente la reforma de la Orden.
El noviciado se prolongó por un año entero, tras el cual emitió la profesión solemne y  perpetua, esto fue puede datarse entre los años 1502 y 1503; sin embargo su nombre no aparece en libro de Profesiones del convento de San Esteban debido a ser este libro despojado de las  ciento dos primeras hojas. Una vez  hecha la profesión, empezó los estudios de Artes, sin embargo los fuertes dolores de cabeza que padeció de tanto esforzarse el estudio le impidieron graduarse. No obstante, estos estudios de artes, filosofía y teología, esto es Dogma, Moral y Sagrada Escritura, lo tuvieron ocupado desde 1502 0 1503 hasta 1508.
Fue ordenado diácono en 1506 y presbítero en 1508, permaneciendo en su convento de  San Esteban hasta 1509, puesto que en el capítulo celebrado en Zamora en 1508 de ordenó que todos los hermanos permanecieran en sus respectivos conventos, pero al año siguiente cambian las disposiciones. Y, a causa de estas nuevas disposiciones, fray Pedro es asignado, junto con dieciocho sacerdotes y veinticinco religiosos, al convento de Santo Tomás de Ávila,  entre ellos se encontraban los tres religiosos que lo acompañarán en su viaje a América: Fray Antón Montesino, Fray Bernardo de Santo Domingo y Fray Domingo de Villamayor.
Al tiempo que llegaban los nuevos asignados al convento de Ávila, tomaba posesión como padre prior del mismo el P. Juan Hurtado, este hombre será providencial para entender el motivo del primer grupo misionero de dominicos en América. Mientras fue prior supo imprimir, como ya lo había hecho cuando fue Maestro de novicios, una intensa vida de observancia, estudio y apostolado, logrando así un gran número de discípulos, entre los que se encontraba Fray Pedro de Córdoba, quien fue creciendo, primero como novicio, luego como neosacerdote a la sombra de un padre que supo trasmitirle, con su propio testimonio, el espíritu de la vida dominica “reformada”.
Conociendo profundamente sus cualidades intelectuales  y sus virtudes, el P. Hurtado le designa para el ministerio de la predicación, ministerio que desempeñó con gran esmero, se dice de él que se le veía “muy despejado del mundo y muy ajustado con la profesión de verdadero hijo de santo Domingo, imitador de sus raras virtudes y santidad”, además se señala que parecía que traía dentro del alma un retrato y serenidad del cielo que se reflejaba en la compostura y semblante exterior[5] que poseía. Así en la misión como predicador, en el confesionario y en trato personal que tenía con las diferentes gentes, la divina providencia iba preparando a nuestro personaje para su misión en el mundo nuevo.
En el capítulo general de la Orden de 1508, celebrado en Roma, se decidió el envío de quince misioneros  de la Orden al nuevo mundo. Entre los primeros voluntarios para ir a las indias en los conventos españoles  se encuentran, nuestro personaje,  Fr.  Pedro de Córdoba, Fr.  Antón Montesino, Fr. Bernardo de santo Domingo y Fr. Domingo de Villamayor. Para esta misión fue asignado Vicario Fr. Domingo de Mendoza, sin embargo, al ser llamado éste a Roma, parte como Vicario de la Misión Fr. Pedro de Córdoba.
Caminando y pidiendo limosna, y sobre todo, guardo un estricto rigor, como si estuvieran en el convento,    los misioneros marcharon de Ávila a Sevilla, aquí se embarcaron en la nave “La Espíndola” rumbo Santo Domingo donde arribaron en setiembre de 1510. Sin embargo,  apenas llegados a las indias, y muy probablemente en la misma nave, el fraile lego Domingo de Villamayor se volvió a España,  no obstante,  se ignoran los motivos de su  precipitado regreso.
Los religiosos vivían en la más completa austeridad. Tuvieron que aceptar la hospitalidad de un vecino de la isla llamado Pedro Lumbreras, quien los acomodó en una choza pegada a un corral de la casa, ese fue su primer convento.
Poco después de la llegada del primer grupo, en los últimos días de 1510 o los primeros de 1511, llegó el segundo grupo compuesto de cinco religiosos y un seglar, y en mayo de 1511 llegaron a la isla siete frailes más, con lo que se completaba el número de quince.
Los intereses de la comunidad dominicana iban a ser en particular dos: la evangelización de los indios y la defensa de los mismos ante los no pocos abusos de los conquistadores.
Poco después de llegar a La Española, los tres primeros misioneros se trasladaron  a la naciente ciudad de Concepción de la Vega, que dista treinta leguas de Santo Domingo, para dar cuenta de su llegada al Almirante D. Diego Colón  e informarle la decisión de fundar un convento en Santo Domingo. Aquí tuvo fray Pedro su primer encuentro con el por entonces clérigo Bartolomé de las Casas. Fray Pedro Celebró la misa y terminada ésta pidió a todos los asistentes que después de comer le enviasen a la iglesia a todos los indios que tuviesen a su servicio.
La convocatoria surtió efecto pues se reunió gran cantidad de indios a los cuales fray Pedro les predicó los misterios de Dios, desde la creación del mundo, hasta la crucifixión y muerte del Señor para el perdón de los pecados, éste, según el historiador J. M Vargas, fue el primer sermón que escucharon aquellos indios[6]. De este encuentro Fr. Pedro sacó importantes conclusiones; pudo descubrir en los indios  la normal curiosidad, la capacidad de comprender lo explicado y el deseo de ser mejor adoctrinados, así que se vio en la necesidad de aprender lo más rápido posible la lengua de los indígenas, además que se dio cuenta que el método que debía seguirse en la predicación era a modo de historia, otros dos importantes aspectos que descubrió en su visita a concepción fueron que se debía predicar más a menudo y que los predicadores dieran una imagen de pobreza y devoción para ser mejor creídos por los naturales.
Aunque la misión fundamental de los dominicos al embarcarse a las indias fue la conversión de los naturales, no podían descuidar a los españoles que vivían en aquellas tierras, así que a las órdenes de fray Pedro de Córdoba van a dividir sus labores entre españoles e indios. A los primeros los van auxiliar mediante la predicación, la confesión y la corrección de sus costumbres, esto último les trajo no pocos enfrentamientos con encomenderos, pues los frailes se negaban a dar la absolución a quienes tuvieran indios encomendados y posiblemente esta negación se prolongó a los usureros, lo  que les acarreó grande penuria ya que dependían de la generosidad de los españoles, sin embargo no cejaron su prédica valiente de la verdad.[7]
Con respecto a los indios, va a encauzar la obra misional de su comunidad desde el convento como punto fijo, hay que decir que  en 1512  echó los cimientos del convento  de Santa Cruz, el primero de la orden dominicana en el nuevo mundo. En él tenía la preparación y adaptación del misionero antes de comenzar su trabajo, además el convento era el lugar de predicación y de ejemplo.
A lo largo de todo su vicariato fray Pedro de Córdoba fue el gran promotor y coordinador de las misiones dominicanas en las Antillas. Sus iniciativas y desvelos no conocieron tregua ni limitaciones, la única limitación a la que tuvo que someterse fue no poder contar con más misioneros. Pronto la misión dejó los límites de La Española y pasó a Cuba, San Juan, Margarita y Cubagua.
Aunque muchos piensan que en La Española casi no hubieron misiones dominicas, esto no es cierto, pues ya hemos visto que sí las hubo, lo que sucede es que ante la hostilidad de los encomenderos, fray Pedro de Córdoba dispersó a sus frailes por las islas vecinas, sin embargo La Española no quedó abandonada pues se fundaron dos  conventos más, uno en  Santiago, y el otro en Puerto Plata, que eran lugares estratégicos pues por aquí se producía el comercio de esclavos. Con respecto a  la hostilidad de los encomenderos fray Pedro argumenta: “En gentes tan mansas, tan obedientes y tan buenas, que si entre ellos entran predicadores solos sin las fuerças e violencias destos malaventurados cristianos, pienso que se pudiera en ellos fondar tan escellente iglesia como fue la primitiva”[8].
Tras la experiencia ganada en el trabajo en las islas, fray Pedro de Córdoba concibe ir a evangelizar a los lugares donde no hayan puesto aún sus plantas los conquistadores, pues poco fruto habían conseguido en las islas, pues con su mal ejemplo, los encomenderos habían malogrado en mucho la obra de conversión en los indios. Así envió tres cuerpos de misioneros a la actual Venezuela, sin embargo, los tres perecieron a manos de los naturales.
Durante los primeros veinte años de colonización de América, el comportamiento casi común de los españoles para con los indios era el maltrato, esto sucedía por la mentalidad de la época, pues se pensaba que se tenía que hacer pesar los derechos de conquista sobre los conquistados. Por eso el pensamiento y actuación de los dominicos, encabezados por fray Pedro de Córdoba les parecía fuera de lugar. 
Cansados de los maltratos propinados a los naturales, trató primero de forma amigable hacer recapacitar a los encomenderos, pero en vista que no encontraban fruto en esto decidió enviar  a Fray Bartolomé de las Casas a  la Corte en España para solicitar se  protejan los derechos de los indios, incluso él mismo fue  a entrevistarse con el rey de España, a pedirle permiso para  trasladarse con sus compañeros a  cualquier parte de América donde no hubiese españoles, como lo dijimos arriba, pero el rey le negó el permiso, no obstante lo nombró miembro de la real audiencia de La Española.
En 1519, Fr. Pedro viaja a España con el propósito de convencer a nuevos religiosos para que se embarcasen  para la misión en las Indias; fue precisamente en este viaje que el papa le nombra Inquisidor General de las Indias, era el primer nombramiento inquisitorial para las Indias y su jurisdicción comprendía todas las tierras descubiertas y por descubrir. De su actuación como inquisidor no tenemos muchas noticias, además que no se desempeñó mucho tiempo en el cargo, pues al veinte de Marzo de 1520 todavía seguía en España, además murió al año siguiente.
Otro aspecto importante de su vida y obra fue que a petición suya, el rey Carlos I de España fundó la Real Universidad de la Española.
Es momento de hablar de la muerte de Fray Pedro. Probablemente en el viaje de España a La Española en 1520, haya enfermado de tuberculosis. La enfermedad se  agravaba debido a la condición física mermada del fraile a causa de las penitencias, viajes, ocupaciones, discusiones y golpes propinados por los traficantes de esclavos, así como por las continuas oposiciones y ataques que había sufrido durante su ministerio Apostólico. El último día de su vida, cuentan los cronistas, se confesó vehementemente de sus culpas, recibió el viático,  pidió perdón a sus súbditos y hermanos por  “los malos ejemplos que con su vida tan mala y tan llena de faltas les había dado”[9]  y finalmente  la Extremaunción y poco a poco fue perdiendo el aliento y entregó su espíritu al Padre eterno el cuatro de Mayo de 1521, siendo su entierro el día siguiente y fray Antón Montesino el predicador.
Ya va siendo hora que América reconozca la gran obra de este misionero, la cual, quizá por la importancia que adquirieron  otros personajes, se ha visto opacada. Pero fue él el que cimentó las bases de la evangelización profunda de los indios y el primer abanderado la defensa de estos ante los abusos.



BIBLIOGRAFÍA
Hijos de J. Espasa, Editores… Enciclopedia universal ilustrada Europeo Americana, Tomo 15 CONST – CRAZ.- Barcelona. 1532p

Medina, Miguel Ángel, O.P… Una comunidad al servicio del indio. La obra de Fr. Pedro de Córdoba,  O.P (1482 -1521).-  Madrid, 1983.
Medina, Miguel Ángel O.P…  Doctrina Cristiana para la Instrucción de los indios, redactada por Fr. Pedro de Córdoba, O.P. y otros religiosos de la misma orden. Impresa en México, 1544 y 1548.- Editorial San Esteban, Salamanca, 1987.

Revista Communio XIII, 1980.






[1]   Cf. Medina, Miguel Ángel O.P…  Doctrina Cristiana para la Instrucción de los indios, redactada por Fr. Pedro de Córdoba, O.P. y otros religiosos de la misma orden. Impresa en México, 1544 y 1548.- Editorial San Esteban, Salamanca, 1987, p 11.
[2]    Cf. Hijos de J. Espasa, Editores… Enciclopedia universal ilustrada Europeo Americana, Tomo 15 CONST – CRAZ, voz CÓRDOBA (PEDRO DE).- Barcelona,  p 625.
[3]  Cf. Rubio, V., Una carta inédita de Fray Pedro de Córdoba,  en la revista Communio XIII, 1980, p 424.
[4] Medina, Miguel Ángel O.P…  Op Cit.  P.14
[5] Ibidem . P. 16
[6] Cf. Ibidem . P. 24
[7] Cf. Ibidem.  P 25.
[8]  Medina, Miguel Ángel, O.P… Una comunidad al servicio del indio. La obra de Fr. Pedro de Córdoba,  O.P (1482 -1521).-  Madrid, 1983, P 264.
[9] Medina, Miguel Ángel O.P…  Doctrina Cristiana… P 47.

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