DE UN ESCRITO SOBRE LA RELACIÓN CON LA CREACIÓN
Todas las criaturas han sido creadas para el hombre, para mí. ¡Qué variedad! ¡Qué cantidad! ¡Y qué útiles! Y en sí mismas que perfectas.
Cuantas criaturas contribuyen a mi alimentación, mi vestido, a mi recreo, y yo debo usarlas libre y alegremente agradecida a la Providencia paternal de Dios en cuanto me ayuden a subir a Él.
Si tengo el corazón recto y la intención pura ninguna detendrá mi vuelo hacia Dios, todas serán impulso y empuje para mi santificación. Que hermoso el “crezcamos con todo” de san Pablo y que fácil es a quien ha lanzado a Dios su corazón. Pasa la vida usando todas las cosas para subir a Dios, y en ninguna se detiene para gozarla por sí misma.
Hay criaturas que nos ayudan a ir a Dios absteniéndonos de ellas, como son todas las que pueden llevar al pecado, y otras que otras que pudiendo usarlas sin ofensa de Dios, podemos sacrificárselas para mayor gloria suya y provecho nuestro.
Que feliz el alma que dominando todas sus tendencias, todos sus deseos, sabe ir usando en la vida y haciendo escalón de cada una de ellas para subir al Señor.
Todas las criaturas han sido creadas para glorificar a Dios primero, y para servir al hombre después. Todas, personas, animales, cosas, acontecimientos, virtudes, sacramentos, incluso la santidad. Primero siempre todo para gloria de Dios.
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